A Cathy, una amiga de ayer

-¿Cómo tienes hoy la mente?
   
Me encantan estas preguntas para contestarlas como me venga en gana...
 
-Como eres gallega te contestaré con un adverbio gallego: "o bien o mal". Para que no me consideres un maleducado, te diré que no es fácil contestar esa pregunta, puesto que la mente de cualquier individuo suele relacionarse con la habilidad que tiene para resolver los problemas, y yo tengo déficit mental. Tu pregunta me hace recordar un libro antiguo que tenía respuestas para todo, y en el que se aprendía historia, caligrafía, matemáticas, etcétera. Era un milagro más que un libro. (Quién lo tuviera en estos tiempos de confusión y falta de respuestas). Mi mente únicamente es capaz de hacer referencia a las operaciones aritméticas para aplicarlas a la vida cotidiana, pues cierro el grifo diecinueve veces, cuarenta y cuatro la puerta, y abro la ventana solamente diez centímetros, además de dar doce pasos hacia delante y uno atrás cuando camino, y siempre pegado a la pared, nunca por el medio de la acera ni por el bordillo. Daría de buen agrado parte de un premio de lotería si me tocara por dar solución a los problemas que impiden a mi mente flexibilidad y capacidad de comprensión. Qué gratificante sería poder tener la sensación de libertad que se debe experimentar al superar un conflicto de intereses mentales. Cuando un suceso aparece en mi vida, la mente me confunde y mis ojos perciben una realidad pasada por el filtro de un pesimismo totalmente incapacitante. (Recuerda). ¿Y entonces? tu pregunta me hace recordar que tengo un asunto pendiente con una amiga, es una deuda neuronal, un malentendido que impide hablarnos; estoy seguro que debo hacer algo para remediarlo antes que se vuelva crónico, pero aún no amaneció y a mi la noche se me hace eterna... Ay, Cathy, qué complicado es todo, ¿verdad?