Desde la atalaya oteas el horizonte
buscando un verso fácil que mate el silencio.
Infinito silencio de palabras infinitas.
Otro día, tal vez mañana,
amanezca un nuevo día
y en la madrugada el silencio se habrá muerto.
Furiosa, has cosechado las espigas y no el trigo.
Cuando quemabas el polen y las hojas y el tallo
quemabas la madera que calienta el invierno.
Te asomaste a la ventana y la noche ciega cubría tus aposentos,
fue cuando los ángeles del cielo te pidieron que abrieras los ojos
y la garganta muda y las manos calcinadas,
y la palabra se hizo grito, mil gritos, todos los gritos del mundo.
Y allí estabas tú ese día, tal vez mañana.
Tal vez en la fría madrugada
ResponderEliminardescifre el silencio
y pueda salir de el
sin gritos ni aspavientos
y sigamos sonriendo,
¿como en los buenos tiempos?
Hablas como si los hubiera habido malos... Beso.
ResponderEliminarSalud.