—Allá está la cumbre.
—¿Qué miras? —Un astro.
—¿Me amas? —¡Te adoro!
—¿Subimos? —¡Subamos!
—¿Qué ves? —Una aurora
fugitiva y pálida.
—¿Qué sientes? —Anhelo.
—Ésa es la esperanza.
—¡Qué alientos de vida!
¡Qué fuegos de sol!
¡Qué luz tan radiante!
—¡Ese es el amor!
—¿Qué ves a tus plantas?
—Un profundo abismo.
—¿Tiemblas? —Tengo miedo...
—¡Ese es el olvido!
Pero no tiembles ni temas:
bajo el sacro cielo azul,
para el que ama no hay abismos,
porque tiene alas de luz.
Rubén Darío, poeta (Padre del modernismo hispánico), falleció el 6 de febrero de 1916.
La última vez que leí algo de Rubén Darío fue en la primaria, de eso hace ya más de un siglo.
ResponderEliminarCada vez que viene un recuerdo a mi mente me siento viejita viviendo de sus memorias.
¡Hey! ¿Dónde andas?
ResponderEliminarMira lo que me encontré:
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Que bonito ¿No?
¿No te llegó mi primer comentario muy de mañanita sobre Rubén Darío?
ResponderEliminarMuy de mañanita estaba... No sé dónde estaba, pero sí que acabo de llegar. Y no, tampoco sé de qué comentario me hablas... lo siento. Beso.
ResponderEliminarSalud.
No te preocupes, no pasa nada.
ResponderEliminarSé feliz el resto del día... y siempre. Beso.
ResponderEliminarSalud.