jueves, 13 de febrero de 2014

Cuando llega la noche...

¡Joder, dona, a veces me entristece tanto o más que leer la prensa diaria!. Ahora son sus ojos taciturnos donde aguarda las buenas madrugadas mientras las estrellas van como gacelas a refugiarse en algún lugar del firmamento.

A mí también me cuesta dormir, ella fuma y yo tomo pastillitas de colores. ¡Ay, dona, llegar a viejo es la hostia!. Pesan los años pero también pesan los besos que no has dado y los que diste a los muertos. La muerte siempre presente en los años altos de la vida. Y el corazón ausente y el pecho adormecido...
 
Un día, el que pasa la lista de los amaneceres de día siguiente, llevará mi nombre y se acabó. O me lo anunciará el poeta Ángel; lo prefiero, tal vez por haber vivido lo suficiente para darme cuenta que no hay amor sin poesía que lo explique. Cuando llegue ese día, me gustaría cruzar el sol rozando su cara, quiero conocerla, poner su nombre a la estrella más hermosa, y luego, con una sonrisa despedirnos... no antes de celebrarlo con un tequila. O una botella: la Dama que vela mis sueños no tendrá nada que decir...

4 comentarios:

  1. ¿Te imaginas una estrella con tu nombre? Eso sería de pocas pocas pero poquísimas pulgas.}

    Si a mi me dijeran eso, moriría de amor.

    ResponderEliminar
  2. Todo lo arreglas con morirte... Beso.

    Salud.

    ResponderEliminar
  3. Te refieres a la muerte como el fin de todos los males, algo necesario, y no como una etapa más de la vida. Beso.

    Salud.

    ResponderEliminar