domingo, 16 de febrero de 2014

Lo único eterno es el amor

-¿Te apetece un café? Quiero hablarte de un problema que surgirá en el momento que nos tomemos un café.
-Pues no lo tomamos.
-Es necesario, pues con el café, a la vez, finalizará el problema que te debo contar.
-Vale, que venga todo por donde tenga que venir, por donde vaya el café iremos nosotros...
-No, cariño, irás sola. Una de las claves de la felicidad es aprender a aceptar el final de las cosa.
-¿Dónde quieres llegar?
-Por favor no me interrumpas, y tú tranquila, que así hará más efecto. La vida no es para siempre. Cuando termina una etapa hay que saber apreciar lo conseguido, valorar las victorias y derrotas y, simplemente pasar página.
-¿Por qué me estás contando esas cosas?
-Tranquila mujer, no quiero que te vayas con mal sabor de boca. Las cosas, como las personas, son temporales, de ahí que sean tan valiosas, y tú lo eres para mí.
-¿Qué me quieres decir?
-¿Qué te quiero decir? Que lo único eterno es el amor, sin amor nuestra matrimonio no tiene sentido. Quiero que te vayas, pero no con resquemor.
-¿Me estás diciendo que ya no me quieres?
-Sí.
-¿Te quieres divorciar?
-No mujer, eso no, soy buen cristiano. Hace un tiempo que lo vengo estudiando y no sabía ejecutarlo.
-Me das miedo.
-No es miedo lo que quiero darte. Te cuento: he consultado por Internet y nadie supo darme una solución que despertara una duda razonable, y cuando daba por hecho que tenía que emplear un instrumento a la vieja usanza y que sea lo que Dios quiera, en un libro de los que dan mucho miedo encontré la idea definitiva. Sé que la tristeza por un mundo que se acaba es legítima, pero no debo dudar ni entorpecer el paso que debo dar. Sin rodeos, cariño, te digo que en el café que te acabas de tomar puse unas gotas de muerte. Ha llegado tu fin, y para mí el fin de esta tormentosa relación; relación que siempre fue tuya. Ve tranquila, que el mundo seguirá girando y produciendo belleza y también incertidumbre... Tú dejarás de contemplar el cielo desde abajo, o desde arriba, quién sabe, pero me dejarás en paz, eso es un hecho. Por último, que te veo bacilar y no quiero fatigarte, puedes irte satisfecha pues en todo final está la semilla de un nuevo inicio... Y para que la tecnología no me juegue una mala pasada, pondré en cuarentena tu ordenador, he leído en por ahí que no se debe menospreciar el azahar.

3 comentarios: