Hoy pudiera ser un excelente viernes de fiar, pero no lo va a ser. Uno atraviesa momentos de incertidumbre por una violencia que involucra sentimientos. Es complicado hablar de incertidumbre y violencia sin reconocer la realidad de los hechos a los que estoy sometido. Es una constante dar palos de ciego.
Intento hacer siempre lo correcto, ¡pues si quieres arroz Catalina!, me equivoco tanto o más que cuando era joven. Y quizá no es verdad; lo digo porque de la vida se aprende, de ahí la experiencia, pero creo que de joven se vive engañado, pues te transigen mucho y de viejo simplemente no te transigen. Desasosiego siento en estos momentos cuya propiedad podría reivindicar cualquier ciudadano libre (presuntamente).
La injusta indiferencia, el nefasto silencio y la palabra ofensiva, ¡Joder, dona!, el afán de protagonismo y la conflictiva situación que genera un malentendido forman parte del espectro de violencia que involucra mis sentimientos. Encontrar definiciones más sutiles no quiero porque sería faltar a la verdad. Arriba aseguro que hoy no será un viernes de fiar por el protagonismo que adquieren los hechos que de una manera u otra resquebrajan la confianza. Una confianza que le hace falta oxigeno.
Uno vive entre la esperanza y la desesperación, entre la luz y la oscuridad. Las crisis no solo son económicas, pero todas afectan en alguna medida a la salud. En otra vida tal vez me de por reflexionar sobre sus causas, en esta me conformo con llegar a ella libre de consternación.
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