Por amor.

Corren tiempos difíciles para todo, incluso en el amor, pero estamos en campaña electoral y, se crea o no, hay gente que me saluda por la calle. No es desagradable sentir que te ven unos ojos y te saluden. Antes salía y no me veían y ahora sí. No me puedo quejar, tampoco venir arriba, pues en quince días pasaré otra vez de soslayo por mi pueblo. 

Igual que los políticos en campaña electoral hablan de la transparencia, pienso que debiera activar la transparencia para mí en exclusiva todo el año y los que me queden por vivir. Si solo me van a saludar cada cuatro años mejor que se metan el saludo en el bolsillo, en el suyo, que diría el presidente Alfonso Rus. La prepotencia de la clase dirigente hacen que uno se sienta dependiente de las tesis mercantiles que nunca entenderé. 

Quiero dar el paso de la política al amor. Escribir al amor desde el punto de vista de la política es desplazar la poesía de una realidad sin horizonte ni esperanza. Una realidad que supera los sentimientos dejando al descubierto el alma. 

Vale ya de escribir de política, de malestar al final del día, de depresiones, fobias y otros trastornos de la conducta que alteran el ánimo por déficit de atención. No permitiré que me desborden las circunstancias con alegrías de quince días. Escribiré al amor o enmascararé mi incapacidad de escribir de manera tal, que mi raciocinio sea producto de mercado y lo pueda comprar, aún desde la mediocridad: por favor, un cuarto y mitad de amor. Escribiré sin inspiración aunque tenga que abrir las puertas del corazón. Sentirme libre de miserias políticas para escribir al amor, eso quiero. Pero me puede el desasosiego y la desconfianza. Necesito ayuda, no puedo vivir sin amor. Necesito una mano amiga pegada a un hombro. Por amor.