lunes, 11 de mayo de 2015

La esperanza de vida.

En la peluquería leo un artículo en una revista interesada en la venta de un producto mágico para alcanzar la eterna juventud y me deja preocupado. Cuando voy a la peluquería me entero de mucho más de lo que me interesa saber. El caso es que las mujeres rondan los 85 años de vida y los hombres apenas llegamos a los 80. El artículo habla de la esperanza de vida y de su maravilloso producto. Vale, no seré yo quien diga no, aunque me temo que es más no que sí. Sin embargo, el tema que hoy me obliga a escribir es la esperanza de vida, no que la mujer y el hombre y 5 años más; ése será tema para otro de soslayo con la cara más amarga.

¿Adónde quiero llegar? Efectivamente: cierto que somos más longevos pero ¿somos más viejos? El asunto es ése. ¿Se puede ser viejo a los 20 ó 40 ó 60 y etcétera, o solo cuando Ian me llama yayo o la vecina chismosa para fastidiarme? ¿A más años más viejo? Me niego a aceptar que la esperanza de vida tenga algo que ver con ser viejos más allá de las personas que mal te quieren y se levantan en el autobús para que sientes... Te echan a perder como digas sí.

A más años más viejo, vale, podemos estar más o menos de acuerdo, pero uno tiene la edad que siente en el alma, y esa edad no tiene que ver con la que figura en el DNI. Además, está demostrado científicamente que el hombre tiene la edad de la mujer que ama, y en mi caso no son 5 años más, son muchos menos. Lo cierto es que a mí la esperanza de vida no me quita el sueño. Ni envejecer me quita el sueño porque sueño y no envejezco. Envejecer y ser viejo no es lo mismo. Y no le demos más vueltas. Muchas gracias.

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