jueves, 14 de mayo de 2015

Todo pasa.

Me estoy aficionando a la lectura infantil, es más creativa que la de los mayores. Sin musa y con penas en el alma, si quiero escribir desgracias vale, sino literatura infantil: El Príncipe Valiente en la Corte del Rey Arturo. Serán pocos los niños que en algún momento no hayan oído un cuento de un rey que tenía o dejaba de tener. Los reyes siempre fueron igual pero siempre tuvieron, al menos para ir tirando. 

Un cuento trata de un rey que un día reunió a sus sabios informándoles que había ordenado al mejor orfebre hacerle el más precioso anillo. Dentro del anillo, en un compartimento secreto, quería guardar un mensaje que pudiera ayudarlo en momentos de desesperación, y también a sus herederos y a los herederos de sus herederos. Las monarquías, como los amores para siempre son eternos. Tenía que ser un mensaje pequeño para que pudiera caber debajo del diamante que engarzaría la joya y a su vez dijera lo necesario para que sus descendientes trascendieran a través de los años por los siglos de los siglos. A los sabios de entonces la encomienda del rey les resultaba muy difícil. Desde luego fácil no era, pero ¿quien le negaba a un rey? En palacio vivía un viejo que había servido al padre del rey y ahora estaba jubilado. Para el rey era como un padre y le consultaba todo. -No soy sabio, pero conozco el mensaje que le interesa, majestad. Y el viejo lo escribió en un papel, lo dobló y se lo entregó al rey con instrucciones de no leerlo sino cuando todo hubiera fracasado, cuando no encontrara salida a una situación imposible. Años después el reino fue invadido, y el rey perdió sus dominios. Huyendo para salvar su vida, perseguido por sus enemigos, solo y abandonado, llegó a un lugar donde el camino terminaba en un precipicio: no había escapatoria. En ese momento recordó el anillo, abrió el compartimiento secreto y encontró el mensaje: "Esto también pasará". Y efectivamente, de repente solo silencio. Sí. Sus perseguidores habían desaparecido. El rey se sentía profundamente agradecido del viejo sirviente: el mensaje providencial. Y pronto reunió a todos sus ejércitos y reconquistó el reino. Celebró con música y bailes su vuelta. El rey se sentía feliz. El viejo, sentado a su lado le dijo: -Este momento también es adecuado, vuelva a mirar el mensaje-. No -dijo el rey-, ahora estoy victorioso, la gente celebra mi regreso, no estoy desesperado ni me encuentro en una situación difícil. Majestad -dijo el anciano-,.el mensaje también es para las situaciones placenteras. No solo para cuando eres el último, también cuando eres el primero. El rey bajó la cabeza y releyó el mensaje: "Esto también pasará". Y sintió aquel silencio en medio de la muchedumbre que celebraba su llegada. La vanidad del rey había desaparecido. El monarca finalmente comprendió el mensaje. 

Nada es permanente: hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalo porque así son las cosas. Grábalo en tu cabeza y en tu corazón. Que nada te espante: Todo pasa.

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