Y ahora vuelvo al agua pasada,
al pretérito perfecto simple,
a lo que hemos amado,
al déjà vu de los dos.
Y ahora vuelvo a la composición del todo sin las partes.
A la soledad,
a lo sagrado,
al amor que la vida llevó por donde quiso y la poesía no evitó.
Apareciste en un mar sin barco ni timonel, sin viento a favor. Apareciste de un poema que desde entonces respondió de ti como Dios respondió de Moisés en aquél río. De tu risa y tu mirada respondí yo. ¿Y ahora quién responde de mí? Tú, mi credibilidad.
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