martes, 26 de mayo de 2015

Honremos siempre la verdad.

Mahatma Gandhi dijo: "El amor y la verdad son dos caras de la misma moneda". Luego, la piedad denota compasión, y ésta, a su vez, es obvio que tiene visos de amor incondicional inherente a aquella dignificante realidad compartida. Por tanto, cuando se deshonra la verdad no se puede hablar de condición piadosa, simplemente es un decir convencional y justificativo. Sin embargo, cuántas cosas buenas se han perdido por no hacer honor a la verdad. Mentir es lesivo. No hablo de política -eso después, hablo del mentir lesivo que afecta a la confianza. Aunque sea bajo el subterfugio de la llamada mentira piadosa. La mentira, se vista como se vista perjudica la credibilidad.

Mi credibilidad: Me dijiste que cuando escribía y mentía hacía daño... Prudente callé. Sin negar que pueda mentir, más daño haría si dijera la verdad... La verdad y la mentira también son dos caras de la misma moneda. La mentira siempre aflora, y cuando eso ocurre salpica a quien la haya sumergido en las aguas placenteras de la confianza que marca de manera indefinida a los que mienten. 

No soy persona de mentir cuando escribo, soy defensor de la verdad; si por mi fuera diría siempre la verdad sublime e inexorable, pero decir la verdad duele tanto o más que la mentira. Con la salvedad que al mentir se me puede insultar... ¿Cómo justificar una verdad indebida o una mentira necesaria? 

Jesús el Cristo, en boca de Juan dijo: "Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". Entonces la verdad tiene que ver con la libertad. Lo mismo ocurre con la mentira que a través de la palabra escrita, acaso con habilidad intuitiva, se logra desarrollar y aplicar durante un proceso de interacción personal. Ya me vale, no pretendo ofender la inteligencia de quien en un descuido entre en de soslayo y me lea o arrepentido no vuelva... con perdón. La mentira no tiene larga vida: Honremos siempre la verdad.

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