sábado, 23 de mayo de 2015

9:10

Ante el silencio insufrible de la espera, cabe preguntarse, ¿qué sería mi vida sin ti? Aquí y ahora, creo necesario algún tipo de reflexión al respecto. Porque no puedo vivir sin ti.

He perdido años teorizando acerca del amor arriesgando cuando creí que merecía la pena arriesgar, y al margen de la palabra escrita que me enseña, vulgar e insolvente, se acaba el tiempo y con palabras de elogio y el disimulo amarrado a una esperanza resumo mi vida.

Por mirar de soslayo mientras te ibas, por pensar que donde hubo habrá, porque la vida es un sueño y soñé que fuiste mía. Procaz, me presento ante mí como si fuera beneficiario de lo que nunca fui. El problema no es que ahora quiera y antes no, el problema es que nunca pude. Descuidado, no besé tus labios.. no encontré ocasión para robarte un beso. Ojalá, María, la Magdalena, me permita al menos vivir pegado a ti en una esperanza... De persona honorable no paso. (En los años altos, insolente como Adán, yo también hubiera cometido el Pecado Original en el Jardín del Edén).

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