Atarantado por el ruido de mis oídos, mi vida se ha convertido en un infierno sistemático. Y no encuentro un político que quiera quitar las farolas de las aceras... Manda besos...
Demasiado ruido en mis oídos, y paciente mi postura si quiero llegar a viejo. Argumento contrapuesto de nuevo. Entro en permanente contradicción. Soy viejo y estoy sordo, además del ruido. Me lleva un caminar ajeno por el paisaje de la sin razón a campo abierto donde nada acaba ni importa lo que se avanza; campo inmenso como para que un eco y su voz se pierda con el viento en contra... Tan hostil e irracional conmigo, no me queda un espacio vacío en mi mente para acomodar mi corazón entre la pasión que me alimenta y todos mis males. Allí donde el amor seduce a la poesía quiero ir. Hasta entonces, sin ser capaz de entender por qué si yo fui primero la farola ya estaba pegada a mí. Uy, creo que me estoy yendo... Si al menos un libro de poesía que me explicara... Soy un soplo de polvo.
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