Existe una distancia entre lo que queremos y lo que necesitamos, y en nada tiene que ver en lo que conseguimos. Tal vez porque no lo merecemos. Me obligo a escribir de amor y se mete Mariano Rajoy en el medio y acabo por el camino de la esperanza en busca de la fe que nunca tuve. Lo dejo, me acerco a Les Seniaes y nada. Mariano Rajoy, dos caras de la misma moneda.
No soy de esas de siempre cantar miserias, no va con mi carácter, además mentiría, pues me siento estupendo, luzco mi envejecer interesante por las calles del pueblo y las mujeres más hermosas me miran de soslayo, pero me falta fe, y sin fe no hay porvenir. Mariano Rajoy me deprime, da fuerza a mi incertidumbre, juego en desventaja y busco caminos con alegrías que cantar y encuentro tangos y boleros tristes de morir. Mis sentimientos no son audaces, me dejo llevar por las circunstancias y el amor sublime se convierte en desamor. Soy la mitad de lo que fui. Entregado a la esperanza reflexiono con mal humor y peor prosa sobre las sombras que aquejan al país y no encuentro consuelo. Rajoy y un patológico pesimismo culpable. Qué no daría porque fuera Shakira y sus caderas. Mi mente absurda se desbarata con una sociedad envanecida que se deja llevar. Pagaremos caro el superyó de Rajoy. Mañana hablaremos de amor.
Mañana vengo entonces.
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