Vengo del mercado. Hoy es lunes y en mi pueblo los lunes hay mercado. Productos del campo mayoritariamente. Ian tiene tres meses y ya me cambió por un amigo. Un amigo de cuna como él. Y Patricia dice que donde va el carro va el burro. Las calles de mi pueblo son estrechas y no coge un camión... ay.
Esperando mi turno para comprar un poco de fruta detrás de una vieja, la escucho preguntarle al frutero ¿cómo va la cosa? El frutero le contesta: "la cosa está floja". La vieja compra la fruta y se va a comprar pan. En mi nota de compra también venía el pan, así que después de la fruta, de nuevo a esperar turno detrás de la vieja. Y al panadero le hace la misma pregunta ¿cómo está la cosa? Y el panadero le contesta: "la cosa está muy apretada". Una pregunta echa a dos tenderos, dos respuesta y una sola contestación contrapuesta. Todo muy complicado para mí...
No obstante, comprendo que de algo tenemos que hablar los viejos en mi pueblo donde no nos podemos morir porque de nuestra pensión come toda la familia. Los viejos no nos podemos morir por mucho que a Christine Lagarde no le cuadren las cuentas. "Hay un problema: ahora la gente vive mucho". Y más que vamos a vivir mientras los tenderos de mi pueblo no arreglen la cosa.
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