miércoles, 13 de mayo de 2015

Alma de poeta.

"Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio". Sentencia Aristóteles. Y sí, la vida no es un juego y tenemos que estar vivos. Quiero decir estar vivo de respirar, sentirse vivo y compartir, no sentirse uno exclusivamente... La felicidad no se alcanza por ser uno más que otro, ni más alto ni más estupenda, la felicidad se alcanza por la fuerza del amor. El amor es la clave. Hay quienes cierran la puerta a la emoción, al gozo compartido. Hay que aprender a vivir y compartir lo mejor de nosotros; pero no es fácil con tantas fuerzas contrarias, la misma vida social y familiar se tambalea. Quizá sea culpa de los poetas, porque en esto de alcanzar la felicidad ellos pueden hacer mucho... De un tiempo a esta parte están alicaídos, como si de un pájaro una ala. Si un pájaro un ala un poeta sin musa. Me cuentan, pero no lo sé de fijo, que hay poetas mercenarios y no les importa el humano ser enamorado. Hablamos de amor y todo es posible: también pudiera haber poetas enamorados que transmiten amor con palabras que se explican solas. Es complicado saber para el humano ser vulgar torpe de entenderas. SI los poetas viven en su mundo y no les importamos lo más mínimo, ¿qué será de nosotras sin nosotros? Vivimos mundos diversos y solo ellos son capaces de alcanzar el deleite de visionar el amor sin ningún género de dudas. ¡Joder, dona, visionar el amor sin ningún género de dudas!. Para el humano ser eso es inconcebible.

Los tiempos actuales no dejan tiempo para compartir. Y si compartimos son desórdenes mentales. Nuestro compartir raya lo indeseable... "Virtud y esfuerzo serio igual a felicidad". Debiéramos perseguir a los poetas trashumantes por el mundo y obligarlos a que nos expliquen sin metáforas su poesía. Sin poesía los sueños envenenan, hasta los besos y los abrazos son traicioneros. Besos de amor. Abrazos sinceros. Miradas serenas. Confianza. Credibilidad.

Y si con todo la palabra es inútil y los poetas no se bajan de la burra, no olvidemos que todos tenemos alma de poeta. Que podemos estremecernos ante unos ojos brujos y una mirada de soslayo. Y una sonrisa. Y el decir de un curativo verso sin esfuerzo serio. Todos y todas tenemos alma de poeta. Esos poetas de tres al cuarto, engreídos y vanidosos están sobrevalorados. Lástima que las consecuencias las pague la poesía.

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