Miro a Ian y me asusto, voy corriendo al espejo y veo una vida entre los dos. La vida pasa, todo llega, y si no llega malo. Uno cree que no llegará el día de los achaques, la nostalgia por lo vivido, ay. Qué triste... Nacemos y emprendemos un viaje a ninguna parte. Cada día que pasa gastamos o desgastamos un poco de la vida mientras nuestra juventud va a menos. Todas y todos llegaremos a ser apenas un simple recuerdo de lo que fuimos y empezaremos a cuestionar las razones por las cuales tomamos una u otra decisión que transformó nuestra vida.
El miedo se apodera de nosotros al ir envejeciendo, las razones sobran, también los motivos. Uno se mira al espejo y se ve estúpido pero feliz de haber llegado. A Ian le queda una vida por vivir y a mí la satisfacción de vivir los años altos con plenitud sin haber alcanzado metas importantes. Me dejé llevar. No valen excusas ni un mal chiste para desviar la intención de quién me pueda leer...
A Ian le deseo lo mejor, como no podía ser de otra manera, y a mí que pueda seguir aprendiendo de la vida, del silencio que busco para escribir el día que quiero vivir, a envejecer con naturalidad, y, a aceptar con resignación, que las canas de mi pelo hayan hecho de mí un auténtico sex symbol. Una amiga me dice que soy clavado a George Clooney cuando era joven. "Cada día estás más joven y estupendo".
A la María pido que la muerte no me encuentre descuidado pegado a una farola, que me encuentre vivito y coleando. Y más joven y estupendo, claro.
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