miércoles, 27 de mayo de 2015

La muerte más acá de la vida.

Como el día no anima fui al bar. Y tomando café, en la mesa de al lado, había dos mujeres y, como no tenía nada mejor que hacer, pegué la oreja a su conversación... De algo tendremos que morir los viejos cuando pase la crisis: Algunos moriremos de un empacho de chismes.

Una le decía a la otra que su hijo era muy importante en su vida. Que es maravilloso tener a las personas que quieres a tu lado y que si encontrara trabajo en Alemania, por ejemplo, se moriría de pena. Pienso que ya son dos cosas buenas que tiene la crisis, la primera que los viejos no nos podemos morir y que los hijos vivirán por los siglos de los siglos a nuestro lado y amén.

Como aún no estoy desenganchado de las últimas elecciones, mi más sentido pésame a todas las víctimas del amor por decreto de Rajoy... En mis años mozos los hijos nos íbamos de casa a poco de cumplir la mayoría de edad y los de ahora, que igual también se fueron a esa edad pero regresaron por Navidad y se quedaron. Y vinieron con sus hijos, y algunos, según me cuentan sin sus parejas. No digo que no se quieran las parejas de ahora, es que se dan un tiempo: ellas con un hijo a casa de sus padres y ellos con otro a casa de los suyos. Y luego cortejan los fines de semana como antes. Los nostálgicos están de enhorabuena.

Pienso en el dolor de las familias que no llegan a fin de mes y la importante que tiene la unidad familiar en la situación de desamparo que se vive, y en el descaro de la clase dirigente. Hace tres días de las elecciones y en las primeras de los medios nos explican que los cargos electos se dan unos días de descanso y luego acometerán las negociaciones para saber quién se queda con la alcaldía o la presidencia de la Comunidad. Como no hubo mayorías absolutas, solo mayorías, tienen que llegar a pactos... Y en eso andan metidos unos y otras.

No es por hacer daño, yo no soy de esas, pero quiero recordar que las elecciones en Andalucía fueron el 22 de marzo y los candidatos aún siguen trabajando en ello, que diría Josemari.

En lo que me queda de vida, vaya usted a saber, mi propósito será al amanecer, después de tomar café y leer la prensa, ir a llorar a Les Seniaes y recodar a mi paisano, Alejandro Casona y su obra: "Los árboles mueren de pie". Los naranjos de Les Seniaes, como las familias de este país, saben lo que les espera: La muerte más acá de la vida. Un drama.

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