lunes, 29 de septiembre de 2014

Una estrella mutilada.

Vuelvo a soñar en voz alta y a preguntarme: ¿qué será de la amiga del alma, la que me enseñó a leer y amar la poesía? ¿Cuál será su situación actual? Nunca supe de sus allegados para preguntarles. ¿Seguirá con la mordaza que le impuso el miedo?

Dime algo, sé que me sigues leyendo en silencio, enséñame el camino, inúndame de nuevo de esperanza, atropella mi torpeza con tu miedo. Mis manos quieren acariciar tu cuerpo desnudo creado para el pecado por el poeta. Yo te invoco.

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