Una pregunta recorre mi cuerpo y me llena de escalofríos: ¿Por qué un viernes de fiar no amanece feliz? No digo siempre, digo hoy. Hoy no amaneció feliz según las noticias, y presumo que, además de no amanecer feliz, llegará la noche fracasada en todos los intentos por cambiar las cosas.
¿Qué explica que un viernes no sea feliz? Precisamente con preguntas como estas un país se puede echar a perder. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero las cosas son como son: Mi esposa fue al mercado y me dejó una lista de faenas, entre ellas cocinar una paella que si mal no recuerdo no sé ni lleva arroz o fabes. ¿Qué no daría en esta mañana lluviosa de otoño por una amiga que me echara una mano?
Uno ya no sabe qué hacer, si negar la evidencia o mentir aduciendo que me encanta cocinar y todo lo demás, incluyendo ir a la compra, con la vergüenza que conlleva que me vean. "¿De dónde vienes con esa bolsa? Según lo veo, acabaría en la cárcel si me gustara leer. Porque valor para asesinar a quién me dijera algo así lo tendría. ¡Un hombre, que soy un hombre, por Dios!.
Resulta que pasó el tiempo de los golpes de Estado y las dictaduras y uno ya nada tiene qué hacer, a no ser que me ascendieran a coronel que entonces mandaría que me cocinaran una paella para celebrar el 23F con los amiguitos de papá. No, no me he vuelto loco ni confundo churras con merinas: lo de ascender a coronel al hijo de Tejero después de celebrar el intento de golpe de Estado no lo veo... Entonces una pregunta lleva a otra: ¿Para qué las elecciones y el voto secreto? Mañana sigo, que ahora debo ir a comprar arroz o fabes para la paella. Preguntaré. Con su permiso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario