Vale que ya no soy ni de lejos el buen conductor que era. Los reflejos, al paso de los años no son los mismos. Eso es así. Pero antes, como ahora, considero un acto racional salir a la carretera y evitar (y perdonar: santos os quiere el Señor) el descuido de cualquier mala bestia.
Vale que somos muchos los que usamos el coche para nuestros menesteres, pero lo que no puedo ante todo, y la María me perdone, es faltar al respeto a una bestia.
Y vale que salir a la carretera es peor que ir a la guerra, pero una mala bestia es capaz de llevar un carro sin peligro de atropellar a nadie ni estrellarse contra una farola, sin embargo (no digo nombres porque no soy de esas), sé quién se estrelló contra una farola yendo marcha atrás: "¡madre del amor hermoso!, ¿estás seguro? (Ni se enteró). Pero hay más. ¿Recuerdan? intermitentes cuando se trata de girar a derecha o izquierda. Frenar cuando aparece una señal de STOP. Ceder el paso cuando toca, no adelantar cuando hay raya continua, etcétera. Y, sobretodo, y eso es algo que no se me quita de la cabeza, cuando se llega al final de una autopista de peaje parar y pagar... cuanto menos parar. Pues no. El caso es que si no llego a estar atento y echo el freno de mano adiós caseta, adiós chica bella del peaje y adiós barrera. "Por sus actos la reconocerán". Y ya me callo que llega.
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