Ha muerto un buen hombre en el pueblo. A Patricia le toca de cerca y a mí porque era una buena persona. En un pueblo pequeño sino familia, conocido o amigo.
Sabemos de la vida que es una y que tarde o temprano nos se irá. La vida tiene diferentes etapas: desde que uno nace hasta que muere se puede detener en cualquier momento. ¿Y qué espera la gente de la vida? Salud, dinero y amor. Por muy sobada la respuesta, si pudiéramos elegir, seguro que la mayoría pediría lo mismo: salud, dinero y amor.
De Manolo no sé mucho, que era un buen hombre, pues todo la vecindad lo quería. Nunca una mala palabra. Todo era hablar de sus hijos y sus nietos y sus biznietos. Por ahí entra de soslayo Patricia.
En su actuar honesto se le podía encontrar siempre junto a su esposa, Pepica, su gran amor, su amiga, y su tormento, decía, porque no le dejaba hacer lo que quería porque el médico... "Y qué sabrá ése", decía. Una pareja clave en la unidad familiar. Durante muchos años todo giró en torno a ellos. Serenidad, firmeza, sueños de libertad. Trabajo. Siempre inculcando los mejores valores a sus hijos.
Su propuesta: "Si la vida es una no la destruyas con avaricias y malos vicios que te obliguen a pasarla huyendo y avergonzado de ti, privado de libertad. Sé libre. Si la vida es una, lo natural es hacer el bien. Si la vida es una, la aportación más valiosa es sembrar valores y acciones en la familia y en la colindancia cercana que unan en el disfrute de ella".
Hoy, a las cinco de la tarde, su familia y seres queridos, lo acompañarán en la hora del adiós. Sus restos recibirán cristiana sepultura en el cementerio Municipal.
Descanse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario