Eugenio me pregunta qué es ser de izquierda en el siglo XXI.
Ni lo imagino, le contesto, hay tantas izquierdas como partidos políticos menos uno. En este país parece imposible forjar un proyecto político común de izquierda.
Eugenio que siempre luchó desde la izquierda por una sociedad mejor no entiende por qué ahora la izquierda de este país no se pone de acuerdo... El voto dispersado encarece el escaño. Pero eso ya se sabe. Sobran motivos para el fracaso.
Yo también me hago la misma pregunta: ¿Qué es ser de izquierda en un mundo donde todo cambia menos las ideas de los dueños de los partidos políticos y la Constitución que ya languidece de desánimo?
Los pueblos, como la ciudadanía, aprendemos sufriendo: cada lágrima enseña una verdad. Primero luchamos por alcanzar la democracia y luego por mantenerla. Pero enseguida nos olvidamos de ir con los tiempos.
No se trata de hacer una revolución para alcanzar la democracia, sino de construir una democracia de ciudadanos responsables en sus necesidades; hacer una revolución social pero también personal, que revolución es ciudadanía: Militancia ciudadana.
Mientras las acciones de la derecha autoritaria permeen y guíen el comportamiento de quienes dicen ser progresistas, la democracia será un decorado, una quimera chulesca para políticos demagogos, nostálgicos del futuro y adivinos del pasado
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