jueves, 4 de septiembre de 2014

Juan.

Juan era de los que pensaba que a quien madruga Dios le ayuda y que tendría más oportunidades. Graso error: eso era antes, cuando trabajaba, ahora, como todos los días para él las cosas no van a ser diferentes.

A primera hora lleva a sus hijas al colegio, luego de haber ido por el pan; Sagrario, la panadera, se lo tiene reservado, y desayunar. Después hacer algo por casa hasta la hora de volver al colegio a recoger a las niñas. Desde que su empresa lo consideró excedente no supo adaptarse. Laura, su esposa, comprendía su situación pero que no pusiera interés en buscar alternativas a su patética vida no lo llevaba.
-Juan, tienes que buscar alternativas, busca trabajo, haz algo útil, yo vengo cansada de mi trabajo y tú tienes que tomar al menos las riendas de la casa.
Era el día a día de Laura: inculcarle el aliciente necesario, las cosas no podían seguir así. Fue por aquel entonces cuando a Laura se le ocurrió lo de la libreta.
-Juan, toma esta libreta, quiero que en una hoja escribas lo que te ocurre cada día y en otra lo que te gustaría que ocurriera.

Juan le hizo caso, pero estaba claro que la inspiración no iba en su misma sintonía. Ni lo que le ocurría en su cotidianidad era capaz de escribir. La libreta en blanco. La libreta en blanco que Laura le dio antes de irse de su lado.

En la libreta, ahora Juan podrá escribir las cosas que le ocurran desde que Laura le abandonó. Otra opción. Laura ya tiene otra pareja y Juan la misma libreta en blanco con una dedicatoria de su esposa: “Ojalá la inspiración te llegue pronto, cariño”.

2 comentarios:

  1. ¡Pobre Juan! Sin trabajo, sin inspiración y sin esposa, eso si es muy requetefeo. Al menos le queda la libreta y su honor mancillado claro. Algo es algo.

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  2. Cierto, la vida es muy triste... Beso.

    Salud.

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