Qué bueno es ganar y qué malo es ganar a cualquier precio. Hablo de Kristel que le proponen una alternativa que la puede salvar de la tentación de ganar a cualquier precio y escuchar los halagos de los aduladores de siempre. Mentir para ganar es lo mismo que ganar para perder.
Quien manda paga. No creas mi niña, la honradez no se compra, ni la dignidad, ni lo que con tantos años aprendiste: ser una gran profesional. Claro que hablo del mundo laboral, de una propuesta de trabajo que por venir impuesta se pudiera decir que no se debe o puede elegir. Siempre se puede elegir. Tú puedes, vaya si puedes, y lo saben, de ahí que ahora anden cortos de tiempo y acelerados. Creer que podían decidir sobre tu futuro fue su peor error. Nada es lo que parece. Paciencia, mi niña, el tiempo te es favorable y la fortuna está aliada contigo. Y el cielo y el amor.
Sin embargo, se dieron cuenta a tiempo de lo que estaban a punto de perder... No les queda sino hacerse el harakiri. Pero a quién se le ocurre a sabiendas cargar desde el principio con la culpa de promocionar a quien solo les podía provocar el caos, el desorden, la inestabilidad y el desconcierto inexorablemente. Tranquila, mi niña, pronto sabrán que hay muy pocos profesionales capaces de emocionarse con un trapo que al final será la tendencia que anticipa la moda. Déjate llevar sin moverte del sitio, que obren ellos. El futuro es tuyo. Y recuerda que no estás sola. Te quiero.
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