En una comunidad de vecinos los viajes compartidos en ascensor acostumbran a llenarse de carraspeos y de incómodos silencios cuando ni tomamos la molestia de recurrir al transnochado tema del tiempo que hace para la época del año que estamos. En este país alejado del camino del sol es posible pasar años conviviendo en una comunidad sin conocer más que de soslayo a la vecina colindante. Mirar sin ver, oír sin escuchar, compartir sin sentir.
Sin embargo, a veces hay algo que altera la habitual marcha de las cosas y los vecinos empezamos a vernos como semejantes y conversamos acerca de uno y otro. Tiende a suceder cuando algún peligro común nos amenaza, ¿y qué peligro mayor que padecer insomnio colectivo? Tal vez no haya en una comunidad de vecinos enemigos más naturales e irreconciliables como la intolerancia vecinal y el insomnio. Debido al insomnio, descubrimos intimidades de las personas cuyas vidas transcurren a escasos metros de las nuestras: Ahora sabemos que el motivo por el cual la vecina del tercero pone en marcha el televisor de madrugada es porque no ha sido capaz de encontrar remedio para su insomnio consecuencia de un desamor. Que el insomnio del vecino del entresuelo tiene su origen en la vida que no le dejó vivir una madre absorbente que ahuyentó a sus presuntas novias.
Detrás de cada persona hay toda una variedad de tristezas y alegrías capaces de alterar la normalidad del sueño. Es bueno saber que tenemos vecinos y vecinas y que no somos los únicos que padecemos el acoso terrible del insomnio. (Mal de muchos consuelo de tontos).
Es bueno saber que tenemos vecinos y vecinas, poetas y juglares, escritores y MaLquEridAs de medio pelo que padecemos el acoso terrible del insomnio.
ResponderEliminarEs bueno saber...
Buenas de soslayo.
Muy buenas.
ResponderEliminarRemordimiento... Beso.
Salud.