martes, 3 de septiembre de 2013

La poesía es un arma cargada de futuro

El paro baja en agosto por primera vez desde 2000, pero solo en 31 personas, sin embargo, la afiliación a la Seguridad Social retrocede en 99.069 personas en su mejor agosto desde 2005. El asunto está claro, seguimos perdiendo puestos de trabajo. Entonces más hambre y paz de justicia. (Agencias).
  
A esto es a lo que llama el gobierno brotes verdes o amarillos... pregunto. Y nadie contesta. El INE asegura que se debe al "efecto verano" y que el trabajo sigue siendo temporal y parcial (aclaro que parcial es el sueldo y la cotización a la Seguridad Social. El horario en realidad es de diez horas o más sin derechos de ningún tipo). ¡Joder, dona, llévame contigo de una vez!
 
Y llegó el ministro Luís de Guindos) y dijo: "Hemos tocado fondo".
  
Y Carlos Puebla cantó: "Se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar".
   
Y Manuel Celaya, poeta, escribió:
  
"La poesía es un arma cargada de futuro".
 
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
más se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
 
Cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
  
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
 
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
  
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
  
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
 
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
 
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
 
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
  
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
  
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
 
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
 
(Al menos que no nos falte la poesía como arma cargada de futuro).

1 comentario: