Y qué dice mi corazón del que eras
grumete, timonel y capitán.
Y qué dices tú, siempre iluminando mi vida contra viento y marea,
con las velas siempre izadas con el
mástil de mi vida.
El tiempo ha pasado rápido,
como una
bandada de delfines sorteando los escollos de falso coral.
No pude evitar el descalabro y mi vida se fue al fondo del mar.
Hoy, al atardecer te escribo,
escribo a la luz de tu vida,
la que iluminaba mi corazón.
Y anudo palabras para conjurarlas con tu voz,
para decir a la mujer que fuiste,
(las circunstancias cambiaron)
y la memoria... amor.
Ahora en la atalaya vivo atado a tu recuerdo,
atravieso el
laberinto de voces que dijiste y nada entiendo.
Hoy, bajo las estrellas te extraño,
tanto te extraño... tanto y tanto amor...
Apenas recuerdo (mi mente enferma)
Pero oigo tu voz
y creo que estás a la deriva...
Dime algo, amor...
y creo que estás a la deriva...
Dime algo, amor...
Y el silencio, siempre presente, devorándose al mundo...
ResponderEliminarSaludos
J.
Lo explica como nadie Pablo Neruda. Muchas gracias.
EliminarSalud.
A veces hay recuerdos a los que hay que dejarlos ir (como a los muertos)
ResponderEliminarBonita remembranza, escrita desde adentro, desde la nostalgia de lo que ya no es.
Un beso
Eres muy amable. Muchas gracias. Beso.
EliminarSalud.