El Medio año Fallero es un día que los falleros nostálgicos (sin preguntar a nadie, como todo lo suyo) consideran para recordar la última confusión de ideas fruto de la combinación de cultura del pueblo, cazalla del pueblo, charanga del pueblo y música enlatada. No son nostálgicos, son toros salvajes cuando salen a la plaza a morir. Mi pueblo ayer fue una locura de pueblo. A mi cabeza no sabía qué hacerle para que no se rompiera en mil pedazos.
A las ocho de la mañana, con un carro de la compra lleno de botellas de alcohol de todo tipo y graduación, acompañados de la charanga y petardos salieron por las calles del pueblo a decir al vecindario que era el día de la nostalgia. De recordar que hacía seis meses que habían quemado la última falla. Y que vaya por Dios.
Si yo digo nostalgia digo pena, melancolía, amigas idas, tristeza. Pero ellos dicen que no se puede dormir y que hay que bailar y saltar al ritmo que toca. Que tocan. Hasta el cielo se volvió de color clorofila, era un cielo cubierto de naranjas que no quisieron madurar y se fueron allí a teñirlo de verde y amarillo. Ayer, ni el sol se atrevió a filtrar sus rayos donde reposan las ideas de lo fantástico, el amor y la santa poesía. Y Les Seniaes lloraron en su agonía. Ay, dona, ayer hubiera querido ir a visitarte y llevarte un hueso y un poco de cariño. Hubiéramos organizado un día feliz. Pero no... aún no, y me tuve que quedar y aguantar las locuras repentinas de los falleros nostálgicos. Y mi hija Patricia la primera.
A las ocho de la mañana, con un carro de la compra lleno de botellas de alcohol de todo tipo y graduación, acompañados de la charanga y petardos salieron por las calles del pueblo a decir al vecindario que era el día de la nostalgia. De recordar que hacía seis meses que habían quemado la última falla. Y que vaya por Dios.
Si yo digo nostalgia digo pena, melancolía, amigas idas, tristeza. Pero ellos dicen que no se puede dormir y que hay que bailar y saltar al ritmo que toca. Que tocan. Hasta el cielo se volvió de color clorofila, era un cielo cubierto de naranjas que no quisieron madurar y se fueron allí a teñirlo de verde y amarillo. Ayer, ni el sol se atrevió a filtrar sus rayos donde reposan las ideas de lo fantástico, el amor y la santa poesía. Y Les Seniaes lloraron en su agonía. Ay, dona, ayer hubiera querido ir a visitarte y llevarte un hueso y un poco de cariño. Hubiéramos organizado un día feliz. Pero no... aún no, y me tuve que quedar y aguantar las locuras repentinas de los falleros nostálgicos. Y mi hija Patricia la primera.
Yo...no se que son falleros, tendré que investigar aunque si hablamos de fiestas de pueblo hablamos de fuegos artificiales, ¡Awww me muero!
ResponderEliminarPuedes multiplicar por un millón y tendrás una pequeña idea de lo que hablo. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.