Si muerto, muerto y se acabó

Ayer, paseando por el cementerio, husmeando entre las tumbas en busca de algún epitafio curioso para escribir. ¡Joder, dona, cada día me escasean más las ideas: ahora en las tumbas del cementerio!. Siempre igual, luego de que una amiga se va, me quedo sin ideas y acudo al mismo infierno por algo nuevo para escribir... donde sea por una idea que merezca la pena. Recuerdo que otra decepción me llevó a leer "Cartas al Director", dan mucho juego, pero siempre son las mismas quejas, y lo mucho si es lo mismo cansa. En otras ocasiones busqué en los bares de copas, en las cantinas, en los decires populares, en los corros de vecinas chismosas... lo anduve todo, y siempre por una idea que merezca la pena escribir sobre ella. Y ayer, por la última amiga ida fui al cementerio y tuve suerte, encontré un epitafio curioso. Ahí lo dejo con mi comentario. (Yo ya me voy que llego tarde: Eugenio me espera para tomar café y charrar de nuestras cosas).
 
¿Cómo se perdona a un muerto cuando se tiene la certeza que ese muerto pide ser perdonado?
 
Será un estúpido parecer, pero creí que el epitafio lo había escrito el muerto. Y eso es imposible, aunque hay muertos vivientes, al menos en el cine. Estuve más de una hora leyendo el jodido epitafio y llegué a la conclusión que hay gente que de muerta solo tiene el ataúd. Algo así como ese seguro de decesos que se paga toda la vida para cuanto te mueras te entierren gratis.
 
Pienso... ¿a que me vio llegar y escribió el epitafio solo para que me quedara con él un rato?  Por la tarde, después del fúrtbol vuelvo, y como encuentre otro epitafio escrito en la misma tumba me va a oír clarito... ¡Joder, dona, con los muertos y el perdón de los pecados; y el alma lo necesita; y ya no siento nada; y es como si no hubiera existido por más que las memorias olvidadas resurjan cada cierto tiempo; y un recuerdo diluyéndose entre el espacio del olvido y el eterno adiós. Joder, joder!. Si muerto, muerto y se acabó.