miércoles, 25 de septiembre de 2013

La comunidad

La vida en comunidad es una complicación más del ser humano. Se ha dicho hasta la saciedad que el humano ser es gregario por naturaleza, que no puede evitar el descalabro social, razón por la cual se ubica en el ámbito capaz de satisfacer sus necesidades lo antes posible. Sea como fuere, no se siente realizado.
 
Y yo, torpe de entendederas, no alcanzo a comprender. Es mucho para mi. Y eso que pongo interés, incluso me ayudo de libros de autoayuda (sigue por aquí el jodido. Ese libro es un misterio). Hablo con el cura, ay, un cura santo. También con Eugenio, ay, qué jodido está mi viejo y sabio amigo. Las preguntas me fluyen a borbotones pero no encuentro respuesta. Es un enigma imposible de descifrar para mí, incluso para los que saben; es un laberinto sin salida, una especie de trampa mortal para antes de morir.
 
Es natural que la comunidad tienda a buscar satisfacciones colindantes dejando de soslayo lugares donde surgen las ideas: es un sentimiento de pura subsistencia, la necesidad de buscar por el medio que sea como obtener respuestas...
 
Cada persona conforma un ser indivisible, pero en comunidad se desenvuelve entre factores comunes, y habla, comparte, ría, llora, ama... Existen cosas que a una persona le permiten realizarse y destacar incluso con ciertas habilidades. Pero siempre como meta noble por el bien de la comunidad.
 
Por cierto:
  
¿Te atreverías a morir y no resucitar jamas?
-Según y como, y con quién: sola no.
-Entiendo. Es amor, ¿verdad?
-Puede.
-Claro.

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