lunes, 2 de septiembre de 2013

¿Qué pasa con los economistas?

Una amiga economista me pregunta ¿qué pasa con los economistas? Y yo no sé qué contestarle. Yo de economía no entiendo; ni llego a fin de mes, si a eso se le puede llamar economía. Nada tengo que ver con mi amiga ofendida con Eugenio... Quizás Eugenio no sabe lo que tiene entre manos. Pero yo no sé más que lo que él me dice. Mi amiga. Así que si quieres te pido perdón y tan amigos. No me puedo permitir el lujo de perder otra amiga. Por favor.
  
Eugenio está convencido que los economistas podían haber hecho más por la crisis, simplemente con que nos hubieran avisado a tiempo. Y generaliza sabiendo que eso no es justo. Pero hay que saber que lleva cinco años esperando por unos dineros de asistencia social para su esposa y le echaría la culpa a la María si supiera de ella... Eugenio está malamente de salud, y peor su esposa, Carmen. ¡Joder, qué quieres, mi amiga: aguanta el chaparrón!. Además, Eugenio no está lejos de la verdad en mi humilde opinión.
  
Anteriormente con las prisas, porque había quedado con Eugenio a tomar café, se me olvidó decir que, según me cuenta, existe otro camino paralelo que conduce a la muerte, pero éste, al contrario que el otro que caminamos juntos, es exclusivo de cada cual. Cada cual lo tiene que andar solo, y no hay nadie que en un descuido se le pueda pedir ayuda: ese camino también lleva al abismo. Resulta que a veces se cae solo y no sabemos cómo seguir. No hay nadie. No hay auxilio que valga: ni voces se oyen. Como mucho en la lejanía se oye la voz de la desesperación. Por ese camino hay piedras sueltas que son muy peligrosas, además de zancadillas. Que nadie deje de mirar al suelo, que una piedra en el camino... ¿Alguien ha visto perder la vida a un ser querido? ¿Cómo no, verdad? Una vida da para mucho...
  
A Eugenio se le hizo tarde, y yo apenas me quedé con los cantares... No es por desanimar, que es lunes y los lunes son de esperanza, pero este camino es más jodido que el otro. También se le conoce por el camino de la soledad, del desamor o del olvido. A menudo hablo de una colindancia que no siempre tratamos como se merece. También hablo de amores, adioses, rencores, envidias o avaricias, y del materialismo desmedido. De lo que podemos encontrar por ese camino de un mal transitar. Dejemos un tiempo en el espacio para las pequeñas sencillas cosas que tiene la vida, para disfrutar de ellas, para compartirlas si es posible, y si es con una risa y una mirada... Daría lo que no tengo por licenciarme como un ser humano. Se sabe de sobra que hablo del camino del conocimiento, de aprender cada día más, de ser mejores convencidos de haber hecho en cada momento lo correcto.

2 comentarios:

  1. Siempre hay que compartir, las cosas buenas y las malas tambien, así estas últimas se hacen menos pesadas. Saludos.

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  2. Galbraith dijo “hay dos clases de economistas, los que no saben nada y los que no saben ni eso”.


    Saludos
    Mark de Zabaleta

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