Loable perseverar, persistir, pero, ¿hasta cuándo?
Últimamente me lo pregunto: no advertía que la respuesta
me golpeaba cada día...
En un punto esencial de mi cuerpo,
cuando el pulso comienza
y me vuelvo humano,
-desahuciada mi mente-,
el alma se serena y mi corazón se libera.
Entonces noctívaga apareces...
Germen de luz que avanza hacia el éter;
recuerdo intangible de la memoria
¿fuiste y se acabó?
Tu imagen se refleja en la pantalla
de mi ordenador que me ordena,
arrastra mis dedos por el teclado
y aparecen ráfagas de letras intentando
rescatar tu nombre de un poema.
¿Quién te regalará ahora cada día al alba
bajo el mismo cielo un verso?
Hay poetas y hay musas.
Hay poetas y hay musas.
Hay damas en su propia poesía.
Y elevando una plegaria con sus manos indefensas el cielo...
(Solo falta un dios que te resucite de una tumba olvidada,
polvo iridiscente de buenas madrugadas).
Las personas que se resisten a
claudicar ante objetivos inalcanzables acusan más problemas de
salud de todo tipo y más de todo que las propensas a abandonar. En medio de la duda entre continuar o no, algunas sienten
a Dios. Otras a la María. Y las que más, tiran la toalla...
tal vez se salven. (Intérprete de silencios, pide que
te devuelvan el dinero del curso).
Dios descansa los fines de semana.
ResponderEliminar