Nunca aprenderemos. A veces decimos sí cuando es no y otras no cuando es sí. ¿Por qué? También callamos. Mejor ganar, evidente, pero de los errores también se aprende. No dejamos hablar, no escuchamos, queremos que nuestras ideas prevalezcan sobre las demás y que nuestro ombligo sea el centro del universo. Somos estupendos las 24 horas del día. O no.
Nunca aprenderemos porque dejamos partir a quien debiéramos amarrar a nuestra vida. Hablo de mí. Dejarme ir o que me lleven sin poner impedimentos.
Interrumpir nuestra rutina e ignorar nuestros asuntos inaplazables, debilitar la prepotencia, dejar de lado el orgullo y la vanidad, poner de moda la humildad, desafiar la lógica... ¿Qué? Meter en una maleta lo imprescindible y salir en busca de nuestros sueños. Hasta aquí hemos llegado, que entre un mar por donde quiera. ¿Qué vamos a hacer sino? Mañana será otro día y ha de amanecer diferente porque un cambio se hace imprescindible. ¡Sí!, Supongo que hay días para los morenos. Con perdón.
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