jueves, 10 de septiembre de 2015

Donde habitan las coincidencias.

Es difícil para mí escribir a las viejas amigas idas. Me veo obligado a echar mano de los recuerdos y mezclados como están me cuesta. Es difícil para mí escribir al amor ido. Diría a la cara entre todas a una. Eran otros tiempos. Le diría cuánto la quería y cuánto me esquivaba. Si no fuera porque habitan las coincidencias en la vida perdería la esperanza de reencontrarnos y decirle lo mucho que la quería, y aún la quiero. Creo en las coincidencias. Creo en el amor que fue.

Su alegría de juventud quizá la haya borrado el tiempo de su semblante. Del mío sí. Me queda el recuerdo. Lucía divina en su alegría. Fue capaz de encontrar en mi interior lo que no existía. Fundamental amor que fue a más con el tiempo.

Luego nuestras vidas tomaron sendas diferentes... Y al correr los años me encuentro aquí atrapado entre sentimientos escribiendo una carta que, como tantas otras, no enviaré. Mientras mi mente escribe con el corazón mi subconsciente enturbia las palabras. Mejor lo dejo y acerco la papelera sin despedirme para cuando decida volver. Y sin embargo, me gustaría saber si coincidimos en los sentimientos después de casi una vida. O no. O sí. Seguiré viviendo en su alegría y no arrojaré mi cuerpo cargado de años al abismo de la desesperanza. Que sería la muerte sin su recuerdo. Lo sabré un día. Sin su recuerdo, su alegría, a mi vida le sigue el epitafio... (Si coincidimos un día habla tú primero, no dejes que yo hable, de tanto escribirte temo que empiece con el final: A pesar de los años, amor, quien tanto te amó).

2 comentarios:

  1. Tantas amigas idas, tantos escritos para el amor semiperdido. Tanto estar y no estar.

    Me recordaste una melodía:

    Soy vecino de este mundo por un rato
    y hoy coincide que también tu estás aquí
    coincidencias tan extrañas de la vida,
    tantos siglos, tanto mundo, tanto espacio y coincidir.




    Buenas...

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