lunes, 7 de septiembre de 2015

Mandamiento de amor.

Un domingo me obligó a escribir de ti y no sé por qué un lunes también. Enfrentar la realidad cada día de la semana no es bueno. Me gusta escribir de ti, no conlleva ningún esfuerzo para mí, dejo que los dedos le den al teclado a su antojo y enseguida aparece tu nombre y mis sentimientos.

Quisiera tener otra manera de ponerme en contacto contigo... Si me lees por tu silencio supongo que no aspiras a más. Mi soledad no es triste... Este y otros comentarios los guardo sin concierto en un rincón del alma que tengo habilitado exclusivamente para ti. Hablo de amor, te quiero, pero eso después de tanto tiempo y tanto nombrarte y tantos sueños entregados no es noticia. Ni te imaginas lo importante que eres para mí. Solo puedo escribirte en la esperanza de tener noticias tuyas... Una visita descuidada o una visita inesperada con excusa. Una visita. Quiero tener algo contigo antes de no aparecer en la lista de nuevos los amaneceres. Quiero amarte con todas las consecuencias...

Un espacio en dos dimensiones se interpuso entre nosotros y soy incapaz de conjugarlo sin tu risa y tu mirada. Con tu todo. Me pierdo en ti y según el día no me encuentro... ¿Te lo puedes creer? La imagen que tengo de ti es de hace años y el desafío que impongo a mi imaginación es actualizar tu imagen... Pero ya te digo que pasa de soslayo: mi mente la tiene bloqueada. Vives en mí apenas sin conocerte como hálito de vida. No me atrevería a decir por más que lo piense que pudiéramos ser las personas más solitarias de este mundo aunque habitemos otras vidas. No es tristeza ni pierdo la esperanza, soy feliz en la soledad donde tengo tu imagen recluida. Sin embargo quiero más. Ojalá la soledad no sea el único espacio que me concedas para estar contigo antes de morir.

4 comentarios:

  1. Cada noche al cerrar los ojos hablo con mi Dios para no desmayarme en un vacío oscuro sino en lo profundo de tus ojos. Cómo será de generoso mi Dios que me concede mi deseo y entonces sucede. Allí vamos. Me encuentro a tu lado caminando por un Mediterráneo que ignoro o una cellicita histórica con edificios idílicos. Nos miramos todo el tiempo, nos contamos entre rimas que nos pasa mientras van pasando ligeras, las horas cálidas del descanso y al soltar tu mano, despierto. Mi realidad me sorprende en una pequeña figura infantil y un hombre diferente, disfrazado de sentimientos nobles ofrecidos y buenos, despertando bajo un sol que viene del Plata y que seguramente, viajó desde el Mediterráneo por el Atlántico. Antes de morir, desearía tomarme un café contigo.

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  2. Quisiera que tu Dios nos concediera ese deseo... Un café bien negro. Besito a Victoria. Otro "al barbas". Y besos y abrazos y un te quiero del alma de mí para ti. Dios te bendiga.

    Salud.

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