Un saludo no se le niega a nadie. Por más rencores a nadie. Un saludo de buenas madrugadas no se le niega a nadie. Y si además el saludo lo acompaña una sonrisa, ay. Hablo de quien niega el saludo. No hablo de amor. ¿De quién sino? De una amiga tal vez. Y de la adulación que engorda la vanidad.
Hay personas acostumbradas a la adulación, son políticos, empresarios, etcétera. Gente guapa de verdad. Oiga usted, todo es efímero, se lo digo por experiencia: si alguien guapo yo, y no quiera saber en qué me he convertido. ¡Madre del amor hermoso, qué tiempos aquellos!.Y sin embargo hoy, si me da tiempo, como esa violeta que oculta su belleza bajo la yerba me llegaría a querer... Y no por lo guapo que fui. Se lo crea o no hay gente que me quiere. Sin negar que antes me quería más gente que ahora. También es cierto que me dejaba querer si me adulaban. Yo siempre fui un personaje vulgar harto de vanidad... Un ser mediocre. Hoy valoro lo que antes despreciaba y viceversa. Con los años desaparece la belleza exterior y se acrecienta la interior. Transparencia en los sentimientos y la buena correspondencia. Humildad para no caer en el aberrante ridículo de las personas que viven en constante observación del proceder colindante. Ser como se es, natural y mejor persona. Al menos que no sea por no intentarlo... Y si algo malo no, nunca decir sí. O callar si no merece la pena. De viejo, lo digo claro: hay personas que no merecen la pena. ¡Que se vayan pues al carajo!.
En la gravedad de las palabras envanecedoras está el pecado de la adulación. Por eso es que estamos en permanente decadencia, por premiar las malas acciones y olvidar las buenas. Y todo por algo. No importa que una persona no sea persona de bien, legal y verdadera, siempre habrá un adulador que le dará esplendor. Seamos naturales con propiedad. ¿Qué necesidad tenemos de recoger miserias ajenas? ¿Qué ganamos con engordar nuestra vanidad? ¿Para qué quiere un muerto el elixir de la eterna juventud? Lógica incuestionable: Cada cual como es... segun la luna. Se les quiere.
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