viernes, 11 de septiembre de 2015

Indomable mi mente.

A la amiga de mi esposa que me escribió un amable correo electrónico para llamarme de todo menos guapo pues ella es la amiga que acompañó a mi esposa el lunes y se sintió realmente ofendida por lo que antes escribí. Avergonzado, pido perdón a la amiga de mi esposa. Y a mi esposa (ojalá hoy tampoco me lea).

A veces uno no se le ocurre nada interesante para escribir y se deja llevar por la estupidez. Y aparecen sentires nuevos a la vez que inexplicables en torno a una realidad que nos hace daño... La crisis no pasa y los años no se detienen. Esa es la verdad se entienda o no (que va a ser que no).

En un banco de la avenida donde tiempo atrás iba a cenar los viernes cuando eran de fiar y los amigos y amigas de mi esposa me querían, otros viejos como yo, hablando de la guerra y sus consecuencias, de cosas malas (disculpen, eso no se toca); se me ocurrió que podía escribir de cuando en este país había albañiles y cristaleros y arquitectos y jefes de obra y etcétera. Cuando en este país había carpinteros ebanistas y no IKEA. Cuando se construían viviendas. ¡Dios mío qué tiempos aquellos!. 

No quiero ir al mercado que es viernes sin asumir con humildad mi metedura de pata de atrás: pido perdón a la amiga de mi esposa, y a mi esposa si se entera. Y a todas las mujeres bellas que nadie les llama "guapas" por la calle porque en este país solo hay solares por construir... Y todo gracias a Rajoy y Merkel. Por cierto, estupefaciente, leo en prensa que hay quienes proponen a Merkel para el premio Nobel. Si de empleo, derechos de los trabajadores, economía, o de la paz en la tierra de la trashumancia huyendo de las balas enemigas, el hambre y la enfermedad no sé. Se les quiere.

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