"Te escribo y luego me arrepiento. Borro todo. Tengo miedo de no entender y volver otra vez a perderte. ¿Cómo puedo perder a alguien que existe en mi imaginación? Mi cabeza da vueltas, pierdo la razón si no la he perdido ya. Lástima que no existan terapeutas para amores irreales. Todo esto es irreal, no está pasando. Tú le escribes al amor y yo he dejado de escribir. Tú eres letras y yo ya no sé quién soy". No lo publiques por favor.
No lo publicaré. Palabrita de Niño Jesús. En tu nombre, lo publica agradecido de soslayo porque nunca me has escrito poetisa sino musa. Si quieres denunciar a de soslayo ante los tribunales de justicia allá tú, soy su representante legal, que el juez me imponga la condena sino tú. Lo que has escrito no lo tiro a la papelera por mucho que te enfades.
¿Sabes qué tío? diría la Niña Atenea cuando la aburro con mis cosas que no son las suyas. No somos agradecidos con la palabra o, confundidos, creemos que no debemos o no podemos o si se malinterpretará una palabra y otras. ¿Sabes qué? La palabra está para algo más que para clamar al cielo por si existe un Dios bueno echarle las culpas. La palabra está para expresar los sentimientos sin miedo ni complejos. La palabra es torera, acrobática, sagaz. Va siendo hora de desatender la comodidad que dan los años y llevar a la muerte palabras por decir. Si el último bohemio de aquel mayo del 68 en París no hubiera vendido su guitarra para comer, París, a pesar de los años, seguiría siendo lo que fue: "Sí" al amor, "no" a la guerra. Amar sin permiso del DNI. Nunca es tarde para el amor. La imaginación al poder. Eso. La poesía ve lo que no ven los ojos. Y en un descuido saca lo mejor de nosotros. No viene al caso sonrojarse. Es tiempo de sacar los sentimientos a pasear.
Gracias por tu poesía. Y si nos vemos en los tribunales te conoceré y te daré un beso y el mayor de los abrazos. Luego tomaremos café y unas pasta de té, y en amena tertulia, hablaremos de la vida, la familia, los hijos. De la santa poesía. Y más que se nos ocurra sin prisas. Para que veas que voy en serio te dejo una promesa: te llevaré por los madriles a tequilar con la Vargas y el Sabina. ¿Sabes qué? Lo peor, que esa manera de escribir lo que sientes tan maravillosa es natural, y tú empeñada en el tango. Si sabes que Carlos Gardel ha muerto, ¿a qué se debe la insistencia?
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