Por una Flor qué no daría...

Ayer estuve de asuntos inaplazables y me pasó el día sin enterarme. Mis asuntos inaplazables soy yo mismo... Soy un caso, y más sin dona: nunca me dejó ir... o estaba a mi lado ni no podía impedirlo. Mis asuntos y tú me impidieron despedir la primavera. Ay, dona, contigo hubiera sido diferente... Mis asuntos inaplazables me están matando. Me voy sin irme y no me entero de nada. Hablo de la primavera... Si al menos alguien me hubiera regalado una Flor...
  
Hoy es el primer día de primavera para mí y cierro los ojos al mundo para que me impida ver la realidad... Hoy no ocuparé ningún espacio en el teatro de la vida donde los movimientos, las voces y las palabras de los títeres de la trama diaria no me dan tregua. Hoy me escapo de la vida y solo haré un hueco en el tiempo para ti, rocío de la mañana. Solo estaré para recordarte al alba, es decir, volver a pasar por mi memoria nuestros momentos más íntimos y detenerme en cada una de nuestras confesiones.
  
Porque más allá de todo lo que hay estás tú. Donde la existencia tiene su ombligo y la gente nace y muere, incluso el amor... Más allá del amor estás tú... Tú estas donde el tiempo solo se mide con una Flor. Esa Flor de la que nace una gota de rocío entre sus pétalos cada día para ahogar de pasión los corazones... Escucha, toma esta Flor, y cuando mañana caiga una gota de rocío de ella, no la llores como pérdida, guárdala como joya en tu corazón. Porque esa gota de rocío soy yo...