lunes, 3 de junio de 2013

A una amiga le digo que la quiero

Porque hay, hablo de hombres antisociales, son viejos gruñones, esos que mandan sus amigas de vacaciones cuando más los necesitan, los de actitudes sinuosas que nunca se sabe si suben o bajan, van o bienen, o hasta dónde pueden llevarles sus instintos antisociales. Son infieles de corazón. Es un tipo de hombres detestados por las amigas. Sé de qué hablo, y de quién para más señas. (Estos días estuve de práticas, practicando el haragán sentimental).

Ayer en la peluquería, cayó en mis manos una revista muy de fiar en la que había un estudio del todo fidedigno, contrastada su fuente y de muy buena fe. Y añadiría que va para bendito por ir unido a todos los caracteres citados. El estudio se refiere a un tipo de gente falsa. También cayó en mis manos (alguien pudiera pesar que vaya suerte la mía, que mucho cae en mis manos cuando voy a la peluquería. Pues nada de suerte, en una peluquería hay mucho de todo) el suplemento del estudio (lo quiera o no tendré que aparecer), trata de lo mismo, pero más en la linea de gente perezosa, infelices con la vida que permanecen en un estado depresivo que asusta, gente que no sabe manejar su ira o, por el contrario, la reprimen inadecuadamente. Gente del mal vivir.

Una amiga me dice que ha dejado de escribir, que le duele el alma y que tiene el borrador encharcado de lágrimas... (De seguir en este plan esto tiene aspecto de alargarse). La animo a seguir escribiendo, a dejar el sentimiento herido para cuando los días sean más largos y los besos eternos. Pero no hay maneras de querer. Una amiga es testaruda. Yo quería saber, y ella no me contaba: solo escribía para el borrador a la vez que se hundía más en su propia pena.

Aconsejaría a una amiga alejarse de viejos gruñones infieles de corazón y nunca dejar de escribir. Dejar de escribir no es bueno, porque llenas el borrador y luego te lías, te contradices o no sabes por qué escribiste aquello hace días, qué sentías, a santo de qué, o por qué alguien te alteró el ánimo de aquella manera... No es bueno dejar de escribir (tampoco permitir que te adulen). Sin embargo, para dar consejos hay que saber escuchar, y sobre todo ser amigo. Yo, de viejo, doy consejos que aprendo en libros de autoayuda. Son consejos para salir al paso sin comprometerse con la causa amiga. A una amiga en particular le diría que cambien su dolor por un lápiz. Un lápiz de colores. Y que escriba sobre algo que le llene de satisfacción, que la haga feliz. Con un lápiz de colores se pueden escribir grandes historias si so se olvida que existe una mano que lo sostiene y dirige. Esa mano, si se siente que va pegada a un hombro y que siempre está ahí, qué importa cómo se llame y lo que diga o escriba cuando su alma se desbarata... Es de suponer que todos y todas tenemos altibajos. Que todos y todas pasamos por malos momentos, y que si de escribir hablamos, al escribir con el corazón, a veces se escriben cosas que no se sienten. Lo del lápiz es un consejo que no viene en los libros de autoayuda, y ojo, no conviene olvidar de cuando en vez sacarle punta y a la mano dejarla descansar. También recordar que en la parte superior del lápiz hay un borrador para cuando proceda. Aunque corregir lo mal escrito no significa que sea malo, solo que algo se debe rectificar. Y siempre tener cuidado de lo que se escribe, porque se quiera o no, el lápiz deja marcas en el papel. Borrones que pudieran llegar a ser según el pulso.

A una amiga, con la mano en el corazón le digo, que la vida deja heridas y que conviene ser consciente de lo que se lee o escribe en la medida que uno crea que puede aportar a sus colindantes, sobretodo paz y armonía: Si tú me das yo te doy. Hablo de amor, no hablo de política que todo se compra y se vende. Y de esperanza para pasar este jodido bache. A una amiga le digo que la quiero.

Se ve a simple vista: de soslayo hoy anda metido en asuntos del corazón, a veces feliz y otras que no sabría decir. Pero siempre confiable y enamorado de la vida. Y sin límites dentro de un orden ordenado (por su ordenador) en su pedacito de cielo: Les Seniaes (donde todo comenzó), y en la esperanza de que algún día le lleguen a querer, si por casualidad alguien pasa por aquí y decide quedarse...

3 comentarios:

  1. Yo me quede y cierta estoy de no irme. El querer no tiene caducidad se trate de viejos gruñones o no.


    El cachito de cielo de este lado es muy muy muy azul asi como creo es el color de tus ojos.

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  2. No diría yo tanto del color de mis ojos... Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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