lunes, 17 de junio de 2013

Flor de la María

Hoy he visto desde mi ventana, ¡oh, ardientes visiones!, el resplandor de tus ojos con su mirada inmensa que al romper el alba se elevaba impresionante hacia el infinito.

Hoy he visto desde mi ventana, tal que antes, como siempre, tu figura esbelta sobre el pedestal de tu magnanimidad entre las sombras de los años vivos brillar con su propia luz.
 
Hoy he visto desde mi ventana la luna en nuestras horas largas, undívaga, sumergirse entre las brumas del mar, tal vez augurando nuestro futuro, el mismo mar que nos acorralaba en la pleamar.
 
Hoy he visto desde mi ventana la misma noche oscura, tétrica, macabra; la misma noche en la que prendiste el invierno en mi corazón, el condominio invisible que aún habito.
 
Lo que no he visto desde mi ventana, ni en el cielo, ni en sus formas divinas, ni en las locas fragancias de Les Seniaes, ni tampoco en el lienzo de mis sueños, fue la luz del misterio de tu partida.
 
Despójame de tu gozo, de tus sentidas palabras, de tu alegría mañanera, de tu felicidad; devuélveme al olvido si es tu voluntad, pero antes enséñame a alimentar mi mirada de ti (ciego vivo en los ojos de otro) o no te acerques al mar.
 
Eres cielo, eres musa, eres misterio (ya no estás al alba), eres silencio... también eres aquello que he perdido. Flor de la María.

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