Un sábado de fieles
difuntos no quiso ser normal. Recuerdo vagamente las cosas. Todo está
borroso. Había una amiga que decía y no le contesté, quería y no
podía, tampoco sabía. Eran preguntas acerca de la salud, la
amistad, la vida y la muerte. ¿Por qué recuerdo las preguntas y no
lo que pasó?
Una pregunta: ¿eres mi amigo?
Una respuesta: me cuesta
menos odiar que amar.
Los sentimientos de amor
no anidan en mí en este amanecer sin esperanza, en este domingo sin
ofrendas. La María me ha expropiado de su auxilio.
Seré como me imaginas de
conocerme:
¿te vale?
No tengo paz interior,
amo la vida y no creo en
Dios,
pero creo en ti.
No sé qué
proyecto cuando escribo,
no sé lo que escribo cuando no estoy.
Antes de irme quiero decir
que me gustaría actuar con dignidad y que nadie negociara en mi
nombre el día de mi muerte. (De vivir la eternidad de los mortales,
de la palabra, hablaremos otro día, que hoy es domingo, hace mucho
calor y dona no quiere mojarse. (Vuelvo a mi mundo),
¨...el día del juicio final puede que Dios sea mi abogado de oficio...¨ canta Sabina, pue´que alguien abogue por ti, tus hechos sino.
ResponderEliminarSoledades compartidas.
Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.
La Maria suele irse de paseo los domingos, la que yo conozco, no se si tu Maria también.
ResponderEliminarTodas descuidáis vuestras obligaciones los domingos. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.