sábado, 6 de julio de 2013

La más deseada por mi esquizofrenia

El humano ser, se cree estupendo, grande, poderoso, sabio, valiente, inmortal y bendito ante la vida. Lo cierto es que algunos son listos o inteligentes, y la mayoría ignorantes y atrevidos, por no decir soberbios. Apenas somos nada: un grano de arena en una playa perdida e incompleta porque le falta un mar... Una gota de rocío preñada de azahar nos anuncia un sábado de fieles difuntos.
 
Somos ignorantes de la vida, y estaría bien antes de tocar fondo, llegar al punto matemático donde el gaucho Yupanqui cantó cual payador perseguido (siempre errante y perseguido Atahualpa Yupanqui) en la pampa argentina: "También sirven algunas sombras para distinguir la luz". ¿Algo se acaba? ¿Algo debe empezar? Si algo se acaba algo debe empezar, entonces, empecemos por la justicia social y que no nos falte el bendito amor y la santa poesía para guiarnos. Dios y María a lo suyo. Y la Magdalena, justiciera social y enamorada, o sea, porque no se entiende, debemos recuperar la cordura en una sociedad carcomida en sus cimientos, naufragada en sus ambiciones, fallida en el amor.
 
Merece la pena acudir con los humildes en el corazón hasta la frase escrita por Fray Luis de León: "Si hay debajo de la luna una cosa que merezca ser estimada y apreciada es la mujer". La recuperación de los valores humanos en la sociedad, solo puede llegar de la mano de una mujer. Y cuanto antes, porque la globalización imperialista que ejerce de estercolero mundial está inundando la casa de todos, que entonces, y puestos a pensar en el futuro de nuestros hijos, exclamaremos indignados: "Se nos acaba el amor, se nos va la vida y no podemos a hacer nada". Así, una mujer que sabe manejarse en la vida y con su familia. Así, una mujer que aparece enfrentada a sus demonios aunque parezca imposible puede ser mejor. Así, una mujer, puede y debe recuperarse y encontrar el camino de la vida. La vida de muchos y muchas, porque es mujer, pero también es madre, hija, y amiga del alma... Somos personas, y sin embargo, ante la vida somos insignificantes... Esta sociedad con todas sus instancias y sus altares, sus partidos políticos (pesadillas) y sus vergüenzas disimuladas con testaferros, debería reaccionar antes que nos volvamos calvos como sentencia. O calvas, orgullosas de sus motivos... Tenemos razones para reconocer que nos engrandecemos cuando nos entregamos en los brazos del colindante; cuando decidimos derrumbar nuestras barreras de soberbia para asumir la cultura del amor; y la fe que diseñó una religión por mandato divino. Somos extremistas radicales que vivimos alejados de la verdad, sufriendo, por cierto, ¿alguien sabe por qué solo aprendemos sufriendo?
 
Sin ti, no existirían sonrisas agravantes y sus atenuantes. Sin ti, el tiempo sería simplemente un espacio aletargado e imposible de vivir. Sin ti, el amor sería estéril, penoso, irresoluto: algo sin futuro. Sin ti, la poesía sería una razón inmaterial y la palabra y la música no le podrían dar nombre y sonido. Sin ti, no existiría un de soslayo enamorado. Sin ti, ¿a quién rendiría pleitesía el azahar? Amiga del alma, breve suspiro, discreta, paciente y sencillamente enamorada: La más deseada por mi esquizofrenia.

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