Al enfrentarse con su ambiente físico,
al conocer la realidad del hecho, una mujer sabe, porque así se
lo dijo quien sabía, que está libre de enfermedad. La María no
abandona a sus fieles. En fin, un mal día lo tiene cualquiera...
Hoy brindaré por una mujer con una copa de vino.
Sin embargo, la preocupación sigue
ahí, porque ahí hay algo: lo bueno que no es malo, lo malo que está
ahí. Pero ya no es esa preocupación atormentada por la angustia que
solo se ataja con la esperanza por ser algo que no se tiene ningún control sobre ello. Que no, no es el caso: el nódulo es benigno.
De viejo, sé más de lo que me
enseñaron, y lo que no sé -que es demasiado para mi edad-, se lo
consulto a mi sabio y viejo amigo Eugenio. Él sí que aprovechó el
tiempo que nos da la vida para aprender... Entonces, cuando supe del
asunto que aquejaba a una mujer, me acerqué a su casa (Rajoy a sus
corruptelas y la Ley de Dependencia... ¡Joder, dona, cada día
somos más pobres de salud!) y me explicó:
"El futuro es impredecible, pero solo hasta cierto punto, que una mujer con control de sí misma y los conocimientos necesarios, además de realista con la verdad, puede perfectamente planificar su futuro con la garantía de que podrá solucionar cualquier imprevisto. Es preocupante no poder pensar en el futuro con claridad, es estresante la ansiedad, porque cualquier pensamiento siempre será negativo y generará reacciones psicosomáticas que perjudican seriamente la salud".
Eugenio me dice que le diga a una mujer
que hoy amaneció un día realmente feliz, que no se preocupe, y que a pesar
de que hay una oscuridad que duele el alma, una oscuridad que ni
el amor alumbra, no es su caso. En fin, me dice que se deje de
pamplinas y que espabile, que escriba (¿qué sabrá él? y sin
embargo lo sabe) que preocuparse por nada es de irresponsables.
Aunque de soslayo prefiere permanecer
en el anonimato, llega a tomar cariño a quién de cuando en vez
entra a visitarle. Y se preocupa por los sentires ajenos que
perjudican sobre todo a la salud. Eso sí, una cosa es estar enfermo y
otra creerse enfermo. No me canso, sean felices, hablo en serio, que la vida se nos va a poco que nos descuidemos sin hacer y decir. Y arrepentirse luego... No sean estúpidos, con perdón, en esta suicida espera.
A una mujer, la dejo con unos versos de Miguel
Hernández:
Yo no quiero más luz que tu cuerpo
ante el mío
Claridad absoluta, transparencia
redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo
del río,
con
el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.
Ese Eugenio se merece tres besotes porque es muy sabio.
ResponderEliminarTu te mereces nueve besotes porque... Porque.... Porque eres muy buen cuate.
Y esa mujer se merece, no se que se merezca pero seguramente desde ayer confirmo - de nuevo- que el mañana no existe y que si de felicidad se trata ella lo es.
Muchas gracias por compartir tus letras.
A ti que me lees... Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.