miércoles, 24 de julio de 2013

En esta suicida espera

Al enfrentarse con su ambiente físico, al conocer la realidad del hecho, una mujer sabe, porque así se lo dijo quien sabía, que está libre de enfermedad. La María no abandona a sus fieles. En fin, un mal día lo tiene cualquiera... Hoy brindaré por una mujer con una copa de vino.
 
Sin embargo, la preocupación sigue ahí, porque ahí hay algo: lo bueno que no es malo, lo malo que está ahí. Pero ya no es esa preocupación atormentada por la angustia que solo se ataja con la esperanza por ser algo que no se tiene ningún control sobre ello. Que no, no es el caso: el nódulo es benigno.
 
De viejo, sé más de lo que me enseñaron, y lo que no sé -que es demasiado para mi edad-, se lo consulto a mi sabio y viejo amigo Eugenio. Él sí que aprovechó el tiempo que nos da la vida para aprender... Entonces, cuando supe del asunto que aquejaba a una mujer, me acerqué a su casa (Rajoy a sus corruptelas y la Ley de Dependencia... ¡Joder, dona, cada día somos más pobres de salud!) y me explicó:
 
"El futuro es impredecible, pero solo hasta cierto punto, que una mujer con control de sí misma y los conocimientos necesarios, además de realista con la verdad, puede perfectamente planificar su futuro con la garantía de que podrá solucionar cualquier imprevisto. Es preocupante no poder pensar en el futuro con claridad, es estresante la ansiedad, porque cualquier pensamiento siempre será negativo y generará reacciones psicosomáticas que perjudican seriamente la salud".
 
Eugenio me dice que le diga a una mujer que hoy amaneció un día realmente feliz, que no se preocupe, y que a pesar de que hay una oscuridad que duele el alma, una oscuridad que ni el amor alumbra, no es su caso. En fin, me dice que se deje de pamplinas y que espabile, que escriba (¿qué sabrá él? y sin embargo lo sabe) que preocuparse por nada es de irresponsables.
 
Aunque de soslayo prefiere permanecer en el anonimato, llega a tomar cariño a quién de cuando en vez entra a visitarle. Y se preocupa por los sentires ajenos que perjudican sobre todo a la salud. Eso sí, una cosa es estar enfermo y otra creerse enfermo. No me canso, sean felices, hablo en serio, que la vida se nos va a poco que nos descuidemos sin hacer y decir. Y arrepentirse luego... No sean estúpidos, con perdón, en esta suicida espera.
 
A una mujer, la dejo con unos versos de Miguel Hernández:
 
Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío
Claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

2 comentarios:

  1. Ese Eugenio se merece tres besotes porque es muy sabio.
    Tu te mereces nueve besotes porque... Porque.... Porque eres muy buen cuate.

    Y esa mujer se merece, no se que se merezca pero seguramente desde ayer confirmo - de nuevo- que el mañana no existe y que si de felicidad se trata ella lo es.

    Muchas gracias por compartir tus letras.

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  2. A ti que me lees... Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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