Como
mi esposa es poesía, me explica que mañana iremos a la playa. Y
sí, mi amor. Sin embargo, si fuera un dios, le diría que prefiero
ir a misa que a la playa. Digo un dios y digo un poeta. Prefiero ser
poeta que un dios verdadero... No me imagino cómo tendrá la agenda
de trabajo... Es mirar de soslayo al país y caerme el alma a los pies...
¿Cómo se puede llegar a esta situación de país sin darnos cuenta? De cuando en vez hago preguntas sin respuestas... este misterio es igual o más incomprensible
que el de La Santísima Trinidad. Por cierto, de joven tenía uno
novia que se llamaba Trinidad. Trini la llamaba. Era un amor. Tal vez
porque la recuerdo de joven. De jóvenes todos somos un amor y un
cielo y un mar y un firmamento entero. Qué no haría por recuperar a quién me
amo, y más por dejar de echar en falta mi juventud...
Mañana
me espera un día de playa dominguera con cuarenta grados a la
sombra. Y luego está el precio de la gasolina, y el de los helados, y el de las
botellas pequeñas de agua que grandes se acabaron (ni las compra el
jodido. Apenas deja unos porcientos las pequeñas). Y todo en el
chiringuito de la playa. ¿Y de mojarse en el mar? Esa es otra. Si no
madrugas lo tienes claro. Los abuelos se levantan a la siete de la
mañana a pinchar la sombrilla en primera línea de playa y marcar su
territorio con un círculo intocable.
Las
playas son sectores productivos dejados de la mano Dios... y del empresario
inteligente. Si en complicidad con el ayuntamiento se parcelara la
playa, crearían tranquilamente un puesto de trabajo por cada metro
cuadrado. Lo primero que no haría falta que el abuelo se
pegara el madrugón; lo segundo que le llevaría la sombrilla y los
flotadores de los nietos y la nevera que pesa como una condena; y
lo tercero que luego haría de guardia de seguridad todo el día.
Suponiendo que la playa tuviera socorristas, que entonces serían
cuatro las faenas. Cuatro faenas cuatro puestos de trabajo por metro
cuadrado. Lo dijo Bárcenas: en este país faltan emprendedores (y
gente honrada). En fin, es lo que hay. Ahora leeré la prensa y luego
iré a Les Seniaes y lloraré un rato para desahogar.
Tal vez convendría trabajar de salvavidas, hay muchas por ahí queriendo desaparecer. Tu alma de poeta podría salvarías y ganar mucho dinero.
ResponderEliminarUna gran reflexión !
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarSalud.