lunes, 29 de julio de 2013

Arrobamiento

Debería ir a un especialista en muertes por cualquier circunstancia para que me explique por qué de cuando en vez me muero y resucito. Digo resucito, pero no tengo conciencia de resucitar. De morirme sí. De resucitar no. Pero sigo vivo, así que tengo que resucitar para no meterme en líos con la iglesia. Que resucitar ya es un lío, porque les jodes la exclusiva de un milagro. Pero morir y vivir sin resucitar ya sería tema para otro capítulo, incluso para otro Nuevo Testamento.
  
El caso es que escribo demasiado sobre la muerte y eso no puede ser bueno. Me tengo que morir, pero no hace falta que me lo recuerde... Como mis amigas, yo también soy un caso. "Estaba casi listo para recibir el nuevo día y de repente me muero sin que nadie lo sepa". ¿Y ahora qué? -Me pregunto-. Ya son ganas de interrumpir la creación de un nuevo día. Cuando amanece siempre es un día feliz. Un día feliz por descontar... Igual luego, al correr de las horas las cosas se tuercen, pero hasta que llegue la hora y el momento uno tiene la obligación de ser optimista. Y sin embargo...
 
Ayer, desde la ventana que da luz a mi ordenador, sentí a un niño reír, hice un esfuerzo y me levanté del sillón para asomarme. Era un bebé hermoso, apenas andaba y ya reía y hacía reír a sus padres. El bebé reía y a sus padres les caía la baba... Entonces pensé qué carajo nos ocurrirá en el transcurso de la vida para que cambiemos la sonrisa alegre del bebé por la cara triste de morir que llevamos al poco crecer. Si nacemos alegres, ¿por qué de mayores nos queremos morir? Y yo además sin que nadie lo sepa.

4 comentarios:

  1. Ayer... tan lejano que parece.

    Ayer La Bella sin estar con nosotros nos hizo muy felices, ¡Bendita sea!

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  2. Ah, perdón, no me parece que hablar de la muerte sea malo, ¡no señor!

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  3. Ahora entiendo los silencios y esas ganas de morir sin que nadie lo sepa.


    Que ganas de llorar me dan cuando de muertes lejanas se trata. Cuando no hay nada -ni un lazo de amistad proveniente de ningún lado- que no quiten esas ganas de desaparecer.

    Me recuerdas a un amigo que se fue sin más un día. Lloro su ausencia sin saber si vive o muere.


    Que ganas de morir en lunes y que ganas de no poder callarme ante lo injusto que me parece todo.

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  4. Hoy toca morir, mañana Dios dirá. Pero el día obliga a ser feliz. Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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