viernes, 29 de junio de 2012

Obsesiones

Todos tenemos nuestras cosas metidas en la cabeza, pero no todas llegan a la patología. Que nos dejan vivir en paz.

Los miedos interpretan su verdad y el pueblo se deprime. Rajoy abre la boca y sube el pan. Es tan complicado todo en estas fechas imprecisas que resulta utópico querer controlarlo. Los sofismas generalizados hacen difícil aplicar el sentido común al vivir cotidiano. De cualquiera manera, no podemos descuidar nuestras responsabilidades y hacernos los desentendidos; recordemos que el humano ser es un animal instintivo con facultades innatas. Llámense como se llamen los culpables de este sin vivir, no podemos dejar como pueblo de creer en el colindante y perder los objetivos de vivir sin morir en el intento. Creer en el amor y la santa poesía, en la amistad, en la familia, la familia, no me canso. Y en Dios, pero no en última instancia como la gran mayoría.

Si estamos de acuerdo que la vida es una, mejor vivirla en armonía. Verbigracia: la Carmen bella de cada cual; la amiga leve, delicada, sutil; el abrazo compulso; el olor a cierta fragancia de azahar; el pedacito de cielo que nos tocó en suerte. Esto, y algo más, componen veladamente un vivir más tolerable considerando el tinglado interno de cada ser.

Los miedos debieran intentar maquillar su verdad en positivo, que ya cada cual tiene sus propias miserias para cantar. Y Rajoy que calle o diga la verdad, que el pueblo no entiende su obsesión por la mentira. Ni la Unión Europea.

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