La sexualidad es un asunto del cual todos sabemos o creemos saber, y es motivo de debate desde que Freud le dio por interpretar los sueños. Es asunto importante por delicado y más en la actualidad. Estar enamorado significa más que sentir atracción sexual hacia otra persona. El hombre y la mujer aparte de lo instintivo, deben aprender la finalidad de lograr una vida en armonía. De amar y ser amado o viceversa. La orientación sexual importa pero más el amor. Adjuntaría al texto una foto de la anatomía del humano ser pero no sé cómo se sube o se pega. Aunque puedo asegurar que somos parecidos cada cual con sus particularidades a la vista. Lo que se ve a simple vista. Sin embargo, lo que no se ve a simple vista, lo que cada cual esconde dentro de sí y que solo puede ver el ser amado es otra cosa. El amor que desemboca en el placer sexual. La iglesia de Roma no sabe, o mejor no le interesa decir lo que sabe. Pero que ya a poca gente interesa, santa hipocresía aparte. El que suscribe considera como Dios que todos somos iguales y no entiende lo que significa una educación sexual adecuada. Una consciencia sexual necesaria, quizá.
La humanidad gira en torno a la sexualidad por dos vertientes: la que atesora el amor sin complejos, y la de malas interpretaciones enferma de dogmas y prejuicios con una desenfrenada carrera hacia el mal donde los resultados desembocan en un desajuste mental. El corazón late de prisa, pero en este país tardaremos en escribir un final feliz mientras no nos quitemos la máscara. El amor (libre) es lo más bello que existe (y es gratis), o puede ser una cruz si se deja manipular por el beato Gallardón.
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