"Ya te lo decía yo" es más perturbador si se pronuncia a la vez que te señalan con el dedo índice moviéndolo de arriba a abajo con rapidez y casi rozando tu frente con gesto acusador. "Ya te lo decía yo" tiene como finalidad exigir arrepentimiento: "ay, si pudiera dar marcha atrás", piensa culpable quien ahora con la soga al cuello guarda silencio sepulcral y en sus adentros quizá dará la razón a quien lo aconsejó. "Ya te lo decía yo" es una frase añeja y fantasmal, opresiva, que tiene su dura presencia en más de una vida hecha reproches. "Ya te lo decía yo" explica tragedias, traumas, revoluciones, exilios, muertes. "Ya te lo decía yo" ni mucho menos tiene que ver con la empatía y la comprensión. Si se analizara con sosiego esta frase enseguida descubriríamos que fue creada para hacer daño, por lo que convendría retirarla de nuestro vocabulario en nombre de la sana convivencia. Y eso solo se consigue eligiendo de manera adecuada nuestros consejeros. (Por cierto, hace unos días esa frase reiteró su ominosa presencia en mi vida. Pero yo a lo mío, y sin remordimiento).
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